Competencias sociales del estudiante de medicina

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Autor: Massiel Méndez Jorge, Estudiante de Medicina de sexto año. Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Durante el desarrollo de la carrera de medicina nuestras aptitudes son usualmente evaluadas a través de exámenes escritos donde se pone a prueba nuestra capacidad de memorización, comprensión y conceptualización. Otras actividades como las exposiciones y conferencias mejoran las habilidades comunicativas, mientras que las prácticas hospitalarias y simulaciones clínicas permiten un mejor desempeño en la realización de procedimientos.

Evidentemente todas estas aptitudes son indispensables para poder realizar nuestro rol, sin embargo, también es necesario desarrollar la inteligencia emocional del aspirante a médico. Enfatizar más este hecho durante el proceso de formación nos ayudará a ofrecerle al paciente una atención integral, conectando a su vez con el componente “Psico-social” que está incluido en el concepto de salud.

La empatía ha sido objeto de estudio de distintas disciplinas. En la actualidad se estudia desde un punto de vista cognitivo basado en la teoría de la mente – que explica esa capacidad que tenemos de atribuir intenciones y pensamientos a las demás personas – y otro aspecto más afectivo que involucra al sistema límbico y una cadena de células llamadas neuronas espejo, relacionadas con la comprensión, imitación y el lenguaje.

Habilidades como la observación, saber escuchar y mostrar empatía, deben ser reforzadas de manera concomitante con las habilidades clínicas. Un recurso útil consiste en realizar simulaciones en las que el estudiante deba dar malas noticias o abordar a un paciente enfadado o triste. El uso de evaluaciones emitidas por el paciente luego de ser tratado, también ayuda a identificar debilidades sociales y fomentar su mejora.

Altos niveles de empatía están relacionados con una mayor facilidad de los pacientes para expresar sus síntomas y preocupaciones (Aresté, Montse & Yuguero). Todos estos factores contribuyen a la realización de una mejor anamnesis y precisión diagnostica, acompañado de una mayor participación del paciente y adherencia al tratamiento. Finalmente, es importante recordar que desarrollar la inteligencia emocional también beneficia al profesional de salud, ya que cuando se acompaña de buenas prácticas clínicas, aumenta la cantidad de usuarios satisfechos que estarán dispuestos a recomendar los servicios del médico.

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